No se puede vivir una vida a plenitud, cuando en el alma hay secretos inconfesables. Cuando hay un llanto callado, cuando hay palabras que nunca pudo pronunciar tu boca. No se puede morir y esperar que Dios este esperandonos con los brazos abiertos solo por que se aparento vivir sin pena ni gloria en la tierra. El cielo se gana, como ganar un juicio en una corte, hay que comprobar que uno merece la libertad, la vida eterna en el cielo prometido. Rosa entendio esto, cuando toco a las puertas del cielo y no solo le negaron rotundamente la entrada, si no que fue devuelta a la tierra a conseguir pruebas de su inocencia. A enfrentarse a la verdad. No se puede ir al cielo prisionera de silencios, y con sentimientos equivocados. El infierno es para todos, siempre tiene las puertas abiertas, y hay lugar para todos. Pero en el infierno nadie quiere vivir eternamente. Ni siquiera el dueno de ese mundo. Por eso cuido de Rosa. Rosa vivio un mundo de suenos aterradores, al igual que realidades, donde las serpientes siempre estaban presentes. Rosa tenia un destino y tenia que vivirlo, para morir despues con el suficiente odio como para condenar a los culpables y asi liberar de aquel mundo infernal al alma mas pecadora. Rosa odio volver, se sintio desilusionada, enganada. Rosa tenia miedo. Preferia morir otra vez, antes que recorrer aquellos caminos que vivio en sus suenos. Le parecia que nada habia dejado atras que ella anorara. Pero a su regreso a cada paso encontro parte de su verdad, la verdad que la liberaria para siempre.